Jesús Antonio Vargas (enviado especial)
Indonesia.- El presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, refirió que México ocupa el sitio 64 en Capital Humano debido a la marginación de oportunidades, y no pintó bien el panorama de América Latina debido a la inequidad, ya que deriva en que así invierta muchísimo dinero en los programas sociales, no hay buena calidad y los resultados no convencen.
Luciendo el batik, camisa que no tiene cuello y viene en tejidos de colores muy diversos, recalcó que “no hay disculpas para no invertir en la gente”, al insistir en los resultados que espera con el lanzamiento del “Primer Índice de Capital Humano” que complementa el programa en el que se ha venido empeñando desde hace algún tiempo.
Médico de formación, de origen coreano, que trabajó en el inicio de su vida profesional en los barrios pobres de Lima y también vivió en México, Kim expuso que si se invierte en los niños, tendremos personas más inteligentes que aportarán al progreso de sus países.
Una persona hoy en día en México alcanza un nivel de productividad de 61 por ciento al cumplir 18 años, según el Índice que ubica en la región en primer lugar a Canadá con 80 por ciento, Estados Unidos con 76, Chile con 67, Costa Rica con 62 y Argentina y Trinidad y Tobago con 61 por ciento, mientras que la media mundial es de 57 puntos.
El Banco Mundial señala que una cuarta parte de la humanidad está marginada de las oportunidades y los niños nacen y crecen sin acceso a la buena salud, la educación y luego a las oportunidades de un trabajo mejor remunerado.
Indonesia, el anfitrión, por ejemplo, ocupa el puesto 87 y eso de por sí habla de las inmensas necesidades de invertir para superar el rezago de una parte de su población.
México está en el puesto 64 y Nigeria en los últimos lugares.
Instó a los gobiernos a no descuidar programas de impacto social porque si logran invertir ese 25% adicional, con seguridad podrán lograr retornos del 4% adicional del PIB en el mediano y largo plazo.
Recordó que durante años los países se equivocaron al privilegiar dinero para construir y construir infraestructura que aporta carreteras y otras obras para ser usadas por menos personas porque habrá millones que no tendrán acceso a medios de transporte y a nuevas oportunidades laborales.
En cambio, si el dinero se va para educación y nutrición, con seguridad que vendrán muchos mejores resultados, habrá gente mejor preparada podrá usar nuevas tecnologías y contribuir a la innovación que tanto están reclamando los pueblos del mundo entero.