Polvorín

Fernando Vázquez Rigada

El tablero político se sigue moviendo por 4 grandes tendencias: 1) la elección presidencial dista de estar definida. 2) El Plan C está moribundo. 3) La radicalización presidencial. 4) Se alista un asalto a la democracia por parte del oficialismo.

 

De cómo se desenvuelvan y se administren las mismas dependerá si el país estalla o no.

 

No es una exageración.

 

El país está dividido y vivimos una preocupante descomposición.

 

La incertidumbre y el encono será el signo de los largos meses que nos separan del 2 de junio del 2024, cuando se celebre la elección.

 

Esa elección no está definida. Lo sabe el oficialismo y ya lo olfateó la sociedad. Morena es una marca partidaria potentísima. Pero tiene un problema: ninguno de sus candidatos ha despertado, ya no digamos pasión, sino el mínimo interés. Candidato que no emociona, pierde. Las oposiciones encontraron a Xóchitl Gálvez: un contraste natural y devastador con la monotonía de las corcholatas. Para las oposiciones, el dilema es inverso al de Morena: tienen candidata, pero sus marcas están muy desgastadas.

 

No hay nada para nadie. Moneda en el aire.

 

No obstante, bajo estas circunstancias, el Plan C —llevarse la mayoría calificada en el Congreso para hacer jirones la Constitución—, parece ya una mera ficción. El Congreso tendrá una composición más equilibrada y, quizá, con mayoría del Frente en alguna de las cámaras o en una mayoría de congresos locales.

 

Estos hechos son tan reales que han detonado la ira presidencial. La realidad ya no se ajusta a los deseos del presidente. De ahí que haya recurrido al ataque mediático y, luego, a la persecución judicial. Esta obsesión por descarrilar a la mala a Gálvez le ha costado. El país se hunde en la violencia, con el crimen cada vez más desafiante. La inseguridad está socavando la popularidad presidencial. Ha perdido 4 puntos en un mes.

 

Pero que las cosas se le descompongan al presidente no implica que se va a cruzar de brazos, y ahí se abre un peligro inmenso. Hombre sin recato, hará lo que sea para quedarse en el poder. Iremos viendo una persecución cada vez más descarada contra opositores. Los ríos de dinero sucio fluirán por todas partes. La coacción adquirirá visos grotescos. La lucha por el poder para los operadores del presidente implica su libertad. Así de simple. Es, por tanto, una guerra de supervivencia.

 

¿Hasta dónde soportará el país?

 

Hay un polvorín esparcido por toda la geografía nacional.

 

Falta un cerillo.

 

@fvazquezrig

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